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... me gusta. me gusta mucho.

Si eres de los que creía que los juegos de mesa no han cambiado desde los tres campeonatos seguidos de parchís que ganaron tu madre y tu tía, lamento comunicarte que es hora de reciclarse. Y mucho. Partiendo de referencias obligatorias como Munchkin y de otras más localistas como la Fallera Calavera, los chicos de Nosocomio consiguen darle una vuelta de tuerca más y nos plantean un galimatías de diversión y locura.

 

Con un profundo conocimiento del medio sanitario actual y una saludable dosis de mala leche se marcan un juegazo que merece entrar por derecho en la estantería de los imprescindibles.

 

Basándose en la deprimente situación de la sanidad en nuestro país, ponen en marcha la coctelera y al ritmo de Harry Belafonte van agitando un combinado donde todo cabe, desde la tiranía de los gerentes todopoderosos, pasando por los recortes y el absurdo del sistema, hasta llegar a la humanidad del personal de batalla y los enfermos.

 

De la mano de una galería de excéntricos personajes, que cobran vida gracias al firme trazo de Migue Soriano, nos presentan un humor a mitad de camino entre la excentricidad de los Cohen y el absurdo de los Farrelly más gamberros.

 

Idea original de un grupo de amigos, se aprecia el cariño en cada dibujo, en cada detalle (algunas cartas ocultan más de una sorpresa), todos los aspectos parecen haber sido cuidados con el mimo del que es consciente de estar creando el juego al que les gustaría jugar, al que a todos nos gustaría jugar.

 

Al que a mí a me gusta jugar.

 

T.A. Milanés.

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